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La Honestidad

Decididamente Jesús era un hombre sensato y lleno de sabiduría, de esa sabiduría que se saca de la vida diaria. Con estas palabras nos recuerda que necesitamos espejos donde poder mirarnos para vernos como somos. Nos pasa muchas veces como al bromista que se ríe del que lleva un muñeco a la espalda sin caer en la cuenta de que él lleva uno mayor.


No se pueden recriminar a otros los fallos que uno mismo está cometiendo, sin hacer un sincero examen de conciencia y esforzarse por cambiar. La verdad que digo es a mí al primero que compromete. La honestidad tiene mucho que ver con la sinceridad consigo mismo. Hemos usado tantas veces la mentira para lograr nuestros propósitos que nos ha llegado a parecer el modo normal de funcionar. Pero no es cierto. La mentira es de color negro porque crea oscuridad en la relaciones inter personales y la vida pierde calor y brillo.


Ser honesto es mirar de frente la realidad nos guste o no; es mirarse en un espejo sin romperlo de un puñetazo porque no es agradable lo que vemos en él, sin volverle la espalda para olvidar lo que hemos visto, sin taparlo con un lienzo para no ver.


El que se somete a la prueba de la verdad podrá luego servir de espejo a otros. No huyas de la confrontación de los demás. Deja que te ayuden, aunque te duela lo que te digan y lo que te hagan ver. Y no olvides la verdad a medias, que es una forma de mentira. En el paraíso la serpiente vertió en la copa del corazón de Eva una mezcla de cosas verdaderas y falsas. Fue eso lo que la sedujo y la llevó a extender la mano a lo prohibido. La media verdad disuelta en la mentira hace que ésta sea aceptable y el corazón empieza a desear lo falso a causa de lo verdadero. Es una forma de manipular al otro para lograr de él lo que nos interesa. El final de la historia es que Dios terminó aclarando las cosas y poniendo a cada uno en su lugar. La mentira, tarde o temprano, queda al desnudo y es la vergüenza y la humillación lo único que le queda al mentiroso.


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